Entre julio y octubre, las costas de Los Órganos y Punta Sal se convierten en el mejor escenario de todo el país para ver los saltos y escuchar el canto de las ballenas jorobadas que llegan a Perú tras su migración desde la Antártica.
En medio del océano Pacífico, llega un momento en que las lanchas apagan sus motores y el lugar queda en completo silencio por sólo unos segundos, mientras las personas se mantienen expectantes a lo que viene. De pronto, la quietud se rompe con el espectacular salto de una ballena jorobada, dando un giro sobre el agua.
Da nervio y también un poco de euforia. Pero, sobre todo, el sentimiento protagónico es la emoción.
Todos los años, desde mediados de julio, entre dos mil y cinco mil ballenas jorobadas llegan a las costas del norte de Perú tras una larga migración desde la Antártica, para reproducirse y dar a luz a sus crías en aguas algo más cálidas. Allí permanecen hasta fines de octubre, cuando emprenden el regreso a las aguas polares en busca de alimento.
Durante estos meses es fácil ser parte del avistamiento de ballenas en Perú. Los tours suelen partir bien temprano en la mañana desde los muelles de las playas de Los Órganos y Punta Sal, para navegar las aguas del Pacífico durante algunas horas en busca de los cetáceos que, según pareciera, sólo quieren entregar un espectáculo para quienes llegan a verlas.
Los científicos no han llegado a una sola conclusión sobre por qué saltan las ballenas jorobadas. Sin embargo, manejan diversas teorías, como que lo hacen para aparearse, alertar sobre un posible depredador, avisar que encontraron comida, marcar territorio o, simplemente, ver lo que está pasando fuera del agua.
Sea cual sea el motivo, no implican peligro para las lanchas que se instalan a verlas en altamar, pues no se han reportado accidentes. Eso sí, se hace fundamental tomar un tour autorizado, pues los guías conocen bien el comportamiento de las ballenas. Además, es necesario tener paciencia para esperar a que aparezcan, lo que podría tomar desde minutos hasta una hora.
Una experiencia completa
Muchas veces las ballenas se pueden ver desde la orilla de las playas de Los Órganos y Punta Sal, ya que sus enormes dimensiones (pueden alcanzar casi 17 metros de longitud) las hacen visibles a grandes distancias. Sin embargo, vale la pena tomar el tour, pues durante la navegación también se puede ver y compartir con otras especies.
Los delfines son uno de los grandes atractivos, permitiéndote nadar con ellos mientras juegan en el agua. Lo mismo ocurre con los lobos marinos y las tortugas, que se convierten en las protagonistas de los tours de snorkel entre diciembre y julio, cuando las ballenas regresan a la Antártica. También podrás ver aves como la tijereta y piqueros de patas azules.
Además, algunos tours te darán mucho más que la posibilidad de sólo ver ballenas: también podrás escucharlas. A través de un hidrófono podrás oír el hermoso canto con el que estos cetáceos se comunican, que resulta emocionante para cualquier amante de la naturaleza.
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